En este inicio de 2021, las compañías cotizadas y no cotizadas del sector energías renovables, y las grandes gestoras de fondos, están produciendo una ingente cantidad de información sobre las inversiones sostenibles y las ventajas de incorporar criterios ESG en la gestión, para los ahorradores e inversores.
Completando las cifras que aportábamos en otro artículo anterior del Blog de InverComunicacion, Morningstar (www.morningstar.com ) en su informe European Sustainable Funds Landscape. 2020 in Review, anticipa una mayor explosión de flujos hacia estos productos durante los próximos trimestres, hasta el punto de que, a pesar de que los fondos sostenibles sólo representan por ahora el 10% del total frente al 90% de los convencionales, la estimación de flujos hacia fondos de RV en Europa, es la misma para fondos sostenibles que convencionales: en torno a 68.000 mills euros.
A los datos numéricos hay que añadir la multitud de análisis que abordan cómo se están comportando las gestoras ante la ola “sostenible”. Un ejemplo es el reciente informe Asset Managers and Climate Change, escrito por el think tank independiente InfluenceMap (www.influencemap.org ).
Según este informe, por lo general las carteras de inversión siguen estando desalineadas con los objetivos del Acuerdo de París, por estar sobreponderadas en “tecnologías sucias” e infraponderadas en “tecnología verde”. En particular, el informe asevera que las gestoras europeas están más concienciadas (y así han comenzado a actuar en la gobernanza de las compañías cotizadas en sus carteras) que las americanas y asiáticas. Es lógico que esta situación siga todavía así: aunque a largo plazo los gestores irán incorporando criterios de sostenibilidad en la selección de inversiones para diseñar sus carteras, es prácticamente imposible que en el corto plazo las carteras cambien radicalmente.
No es de extrañar por tanto que los Consejos de Administración de las gestoras de fondos insistan cada vez más a los equipos ejecutivos a acelerar las medidas necesarias para ser “más sostenibles”. Las fórmulas para lograrlo son muy diversas, y van desde lo mas fácil e inmediato (por ejemplo, apoyar en las Juntas de Accionistas aquellas resoluciones relativas a la sostenibilidad) a lo que es más difícil y sólo es posible en el largo plazo, porque cambiar todas las carteras de golpe no sólo es una utopía, sino que también provocaría un maremoto financiero.
Ojo a las valoraciones
En todo caso, se cambien o no las carteras de golpe, el enorme volumen de ahorro destinado a productos con sello sostenible está generando mucha tensión en las Direcciones de Inversiones de las gestoras. Las valoraciones, en muchos casos, están muy ajustadas, cuando no disparadas.
“Microburbujas” (según Bank of America), “Burbuja financiera con precios alocados e irracionales”, según el presidente de la petrolera Total; aquí en España, los primeros ejecutivos de Iberdrola y Endesa también hablan de “burbuja” al referirse a las valoraciones en su sector, tanto por las subastas de renovables, como por el aluvión de salidas a bolsa .
Esta situación está provocando los primeros“cierres” en algunos fondos a nuevas suscripciones. Un ejemplo es BNP Paribas Energy Transition, un fondo que en apenas tres meses ha pasado de 1.000 a 3.500 millones de euros. Estemos preparados para casos similares en los próximos meses.
Explosión de nuevos productos
Pero también se da el caso contrario: la aparición de nuevos productos con el sello ESG, generados desde aquellas gestoras más retrasadas en su adaptación al nuevo paradigma de la sostenibilidad.
En 2020 la industria europea de fondos sostenibles según Morningstar (www.morningstar.com) ha vivido un año frenético, en el que se han lanzado 505 nuevos fondos con el sello sostenible, más otros 253 que han adaptado sus carteras hacia un foco ESG. Nunca se había producido este nivel de actividad en una temática de inversión concreta.
La consecuencia más inmediata de este entorno es que el universo de oportunidades de inversión se hace cada vez más amplio, por un lado, y más concreto por el otro. Los inversores pueden acceder a una gama cada vez más grande, que incluye desde vehículos que invierten sólo en compañías que generan pocas emisiones de CO2, hasta fondos especializados en energías renovables.
El alto nivel de creatividad en la industria de gestión de activos está siendo encomiable, y así seguirá en los próximos ejercicios. Y si además ayudan los cambios en los índices (el S&P Global Clean Energy aumentará de 30 a 35 valores a partir de abril), las posibilidades para optimizar las inversiones serán cada vez mayores.
Y no sólo en energías puramente limpias. También existen fondos que invierten en empresas que emiten grandes cantidades de CO2, pero que cuentan con políticas dirigidas a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, ya que ahí es, precisamente, donde el impacto será más evidente.
Por todo ello, la presión hacia las gestoras conducirá a un crecimiento del universo y patrimonio gestionado de fondos sostenibles, que a su vez intensificará la búsqueda y selección de compañías en las que invertir, que se verá facilitada por ampliaciones de índices y por nuevas salidas a bolsa. Sin embargo, este crecimiento acelerado supondrá, también, un incremento de la volatilidad. Va a ser un mercado de oportunidades, pero también de riesgos en función del momentum.
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